De la Nostalgia a la revolución “Morada”.

25.03.2023

Éramos unos niños que jugábamos en la explanada de la telefónica, o en los terrenos de lo que sería el famoso Merca 80, cuando en lugar de jugar pegados a la pantalla de cualquier consola, salías a tu entorno. 

Tierras, terrales llenos de hierbas, que en su día fueron solares de la feria, una feria zaidinera, que se iniciaba, justo en el tramo dónde terminaba los jardines de la vieja Circunvalación, hoy Don Bosco y ubicaba sus atracciones en la explanada junto a la telefónica. Podría parecer estampas muy pretéritas pero era el Zaidin de los años ochenta. 

Atrás quedaron la churrería de Julio, el mejor chocolate del mundo, los comestibles de Juan y Loli, el inolvidable aroma de las fiambres recién cortadas, los caracoles "el viejo" que superviven como reducto zaidinero o la churrería Desi. Los dulces del obrador Inés de Castro, que salían hasta Palencia. El Lechuga, que permanece, y en aquellos tiempos en los que no existían las tarjetas de crédito, pero si existía el crédito sin intereses, mucho más humano, anotaban en una libreta de cuentas las compras realizadas. 

El Bar Manolo de la calle Palencia con Avenida de Italia que era regentado por la misma familia que dirige el comercio de precocinados actualmente, y el fotógrafo Rafael que también fue hermano, donde muchos nos hicimos la foto en la primera estación de penitencia de la hermandad. 

Podría ser la nostalgia de una niñez, pero en ese entorno nació nuestro carisma cofrade, atrás se quedó la Catedral, el Sagrario y hasta las blancas carpas que cobijaban a nuestros Sagrados Titulares, las mismas que nuestra ilusión las convertía en una Basílica portátil. Soñábamos con puertas, misterios, candelerías… Y así, nos convertíamos en las frías noches, en sus guardias suizos, con la intención de economizar un poco, a ver si así nuestros sueños se hacían realidad. 

El frío, achicar el agua...  

Nuestro subconsciente hizo un buen servicio y parece que nunca ocurrió. Atrás se quedaron quienes quisieron y no supieron responder a esa continua llamada del Moreno Zaidinero y de quien es Reina y Madre de la Caridad. 

Hablar del Zaidín cofrade va unido al arraigo popular de la Sagrada Lanzada, ya que el germen nace de dos semillas separadas por unos metros, casi que siendo una historia compartida e incluso a veces discutida de que semilla cayó un poco antes, y ¡qué más da!. Es el origen que conocimos al estilo de creación cofrade de esa época más fuerte del corazón y de poca experiencia, decir que fuimos en nuestros orígenes unos doctos cofrades, sería traicionar a nuestra memoria, pero no hubo zona que naciera como más ímpetu e ilusión que el epicentro compartido entre Salesianos y Lanzados. 

El Zaidín de nuestros padres va desapareciendo, en un barrio que a pesar de la despoblación propia crece una nueva línea poblacional social y ahí en ese espacio es dónde se tiene que dar la Hermandad del segundo tercio del S.XXI. 

Nuestro carisma y el punto de inflexión que se genera, nuestra labor como comisionados debe estar centrada en un nuevo espacio, abrazando a Granada y siempre poniendo a nuestra Hermandad en medio de lo que acontece, siente o denuncia nuestra ciudad. 

Aprovechemos el momento para realizar el tercer gran impulso, nuestro deber es crecer porque sin cada uno de vosotros tanto alejados como próximos no tiene sentido nuestro carisma. Tenemos que concentrarnos en la expansión, en el incremento patrimonial dándole en la identidad que es nuestra, y tan singular, siempre vinculada a la Caridad, en todo su complejidad teologal. Evangelizar renovando medios, pero sin soltar el contacto humano, sin dejar de tocar tu mano. 

Caminar hacia el arte al servicio de la fe, la gran Caridad debe caer arrojando sus tentáculos como un gran titán que multiplica en la modernización comprometida que queremos vertebrar desde una comisión gestionada por propios y por grandes nombres comprometidos, siendo resorte e instrumento en la labor de los Oficiales de la hermandad. Una Lanzada comprometida con la población de su entorno, la humanización al servicio de la fe, siendo atrevidos, serios, diseñando un aniversario en tres tiempos en los que se resalte, sea vehículo para la "Gran Revolución Morada" que Granada espera de la muy atrevida y valiente Lanzada.

 Javier Sierra Antequera

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